Las buenas prácticas de enseñanza en la educación artística superior

En Argentina, la educación superior en el aprendizaje de la música como disciplina artística tiene una historia particular y propia. Centralizada en el antiguo Conservatorio Nacional de Música “Carlos López Buchardo”, histórica casa de estudios que con mas de 100 años de enseñanza tradicional tuvo su apogeo romántico allá por el año 1950, pero que ante el advenimiento de nuevas corrientes estéticas de la música contemporánea mundial, y el avance de los nuevos intelectuales que se originaron a partir del conocimiento vinculado con otras ciencias como la acústica, la psicología, y la neurología, la enseñanza de la música atravesó un cambio de paradigma al convertirse esta casa de estudios en el actual Departamento de Artes Musicales y Sonoras de la Universidad Nacional de las Artes (UNA).

Este cambio de paradigma (de Conservatorio a Universidad) en su momento trajo los conflictos naturales que se podían esperar. Entre ellos, la desaparición de la figura del “Maestro”, esa modalidad aparentemente artesanal de hacer docencia basado en la experiencia artística y el conocimiento técnico sobre la música. Grandes conocedores de la disciplina, pero carentes de metodología de carácter didáctico, fueron quedando en el camino (sea por jubilación o por decisión propia dando un paso al costado) para darle lugar a una nueva generación de docentes universitarios con propuestas intelectualmente mas atractivas. De ese recambio generacional de docentes que pasaron al olvido en esta transición, quiero rescatar en estas líneas a mi profesora de armonía Ofelia Carbajal, de quien tengo hermosos recuerdos a pesar de que hoy día, parado del otro lado del aula, en mis prácticas docentes no me identifico con su metodología, pero que me han dejado mucho conocimiento técnico y grandes valores estéticos.

Mi Maestra de Armonía

Ofelia Carbajal era de esas mujeres duras, de carácter fuerte. Dictaba una cátedra de Armonía en la Música Coral del siglo XVIII. Entre los músicos sabemos lo puntualmente técnica que puede ser esta materia, llena de reglas y definiciones, con lo cual nos damos una idea del tipo de personalidad exigente y estricta que la caracterizaba.

En esa época (hace mas de 20 años) le calculaban en edad unos 50 y largos. Cabello corto, lentes chatos. De imagen austera pero prolija, su vestimenta aparentaba a una mujer mayor que la edad que suponíamos. De voz gastada por el cigarrillo. Muchos años después me enteré que era amante del jazz tradicional, y solía ir a escuchar algunas orquestas que se presentaban en algún reducto porteño acompañada de algún discreto whisky. Creo que nunca se caso ni tuvo hijos. Una mujer dedicada íntegramente al estudio de lo que hacia…

Tenía una metodología muy castrense. En su clase no había espacio para la distracción, y respondía a una distribución del tiempo muy estricta y ordenada en la organización de contenidos, los cuales se fijaban progresivamente sobre extensos trabajos de aplicación. Todavía hoy conservo la carpeta de apuntes, tan prolija y ordenada que bien podría editarse como un libro-guía con actividades. En esa época todo el conservatorio elogiaba su didáctica, y estudiar con Carbajal era “garantía de aprender”. Cada año recibía su unidad de “soldados” a los que tenía que adoctrinar como un sargento paternalista en una película de la Segunda Guerra. Y todos nos depositábamos ciegamente en su régimen totalitario ante la admiración de su personalidad segura y avasallante.

Sus años de experiencia en la cátedra le habían dado una serie de respuestas comunes antes los típicos interrogantes emergentes, los cuales sorteaba con mucha gracia. Realizaba preguntas espontáneas y sorpresivas a distintos alumnos para comprobar que la atención estaba completamente focalizada en la clase a cada momento. No toleraba las distracciones!

A pesar de su seriedad y disciplina, mas de una vez tuvo que hacer mucho esfuerzo para no sonreír ante el comentario gracioso de algún compañero. Tenía por supuesto, su lado humano, solo que lo reprimía con vehemencia. Porque así le enseñaron que tenía que ser, porque así se educó en la vieja escuela. Por eso festejábamos cuando, distraída y con las defensas bajas, lográbamos sacarle una sonrisa con alguna chanza.

Hay una anécdota que me quedó muy marcada y quiero compartir: en una de sus clases, inmersos en los dictados de apuntes, ejemplos y resolución de problemas, estando la profesora de espaldas a la clase mientras resolvía un ejercicio sobre el pizarrón, arroja una de sus preguntas de contenido a una compañera, solo para comprobar si estábamos atentos a la clase…

La pregunta en cuestión ahora no tiene importancia, es mas bien de carácter técnico y no hace al caso desarrollarla. El asunto es que la compañera, un poco distraída, un poco pensando en el enunciado del ejercicio que se estaba desarrollando en el pizarrón, y un poco desestimando la situación, le contesta con la respuesta contraria a la que la profesora esperaba… “JAMAS!!!” fue el grito de la profesora, dando un salto hacia delante, que hizo levantar de la silla a todos los presentes que nos estremecimos ante esa irrupción en el silencio de la clase. La situación fue muy divertida porque la profesora dramatizó la situación de un modo que nos impactó tanto en nuestra memoria que seguimos hablando de esa clase muchos años después, y hasta el día de hoy nadie de ese grupo se olvido de la respuesta correcta.

Análisis  a través de categorías conceptuales

Es importante destacar que la vieja generación de docentes de esta institución fueron formados en esta misma casa de estudios, de corte netamente prescriptivo, creando de alguna manera (un poco endogámica) cierta cultura institucional muy propia (Camiloni). Un sistema de valores e ideales muy particulares que otorgan sentido a la forma de pensar y actuar de estos docentes, donde el conocimiento técnico y teórico esta supeditado al fundamento de las experiencias estéticas que se transmiten en una relación docente alumno muy intima y personal.

Se podría decir que la palabra “Conservatorio” implica esa constitución tradicionalista del saber estético que se debiera trasmitir como un legado destinado solo para aquellos alumnos que lograban insertarse en ese círculo cerrado que los docentes armaban alrededor de su figura. La construcción de esta relación particular de Maestro-Discípulo no siempre resultaba en una enseñanza “con éxito”, pero garantizaba el contacto personal y cercano para la “buena enseñanza” sustentada en fuertes valores éticos y morales (Davini).

Lejos de ser una universidad masiva (todas las cátedras tenía entre 5 y 20 alumnos,) pero con los mismos desafíos de promover el aprendizaje genuino y garantizar el egreso en tiempo y forma (Litwin), esta particular cultura institucional implicaba una relación asimétrica (Camiloni) sostenida desde una visión “romántica y bohemia” del Discípulo hacia Maestro poseedor del preciado conocimiento. Y estos Maestros conocían su materia extremadamente bien (Bain), lo cual los hacía sujetos de admiración alrededor de una imagen idealizada que formábamos los alumnos desde el intercambio de anécdotas recopiladas en los pasillos de la institución.

Pero volviendo al sujeto central de esta narrativa, no es muy difícil darse cuenta a primera instancia que esta querida docente pertenece a la generación de la Escuela Tradicional. Su ajustada metodología de trabajo en el aula respondía claramente al paradigma normativo instrumentalista (Steinman) con una larga serie de ejercicios y actividades de aplicación en un intento de trasmitir un contenido, como acción intencional, aunque el cometido no siempre se logre (Camiloni).  Y en este sentido les aseguro que esta profesora había logrado diseñar un muy sólido plan de trabajo con una secuencia metódica de acciones (Davini) sobre un proceso sostenido y dirigido a lo largo del año; pero en contrapartida, muy poco flexible a las distintas capacidades o posibilidades de los alumnos. Su sistema era “perfecto” para determinado “tipo” de alumno, de un nivel intelectual medio y alto. Si el alumno respondía al nivel, el aprendizaje era garantizado con éxito y superado en expectativas. Pero si no lo alcanzaba, mejor le valía buscar otra cátedra mas accesible y menos frustrante.

A pesar del sofisticado sistema de ejercitación, la mayor parte del aprendizaje era por repetición de formulas, clasificadas y definidas en distintas categorías, que se aplicaban mecánicamente sobre las extensas tareas de “estudiantar” (Camiloni) a que nos sometía cada semana. La anécdota relatada en la narración pudiera tomarse como un incidente crítico (Letwin) y  analizarse en profundidad. Pero me atrevo a decir que el grito de exclamación de la profesora fue acorde al nivel desestabilizador de la respuesta de la alumna ante el hecho de que “su sistema” fallara tan groseramente y respondiera exactamente lo contrario de aquellas reglas y definiciones que tan prolija y ordenadamente se había encargado de transmitir.

Ofelia Carbajal definitivamente no responde a todas las cualidades que debe tener un buen docente según Ken Bain, pero fue un pilar fundamental de mi educación musical, y referente importante de la vieja generación del Maestros que otrora iluminaban con calidez intelectual las aulas del ya desaparecido Conservatorio Nacional. Una casta de docentes casi extinta pero de la cual quedan algunos pocos, como los “Jedis”, dando vueltas por la institución, siempre dispuestos al posible encuentro con su joven “Padawan” a quien transmitir el conocimiento de “La Fuerza”…

Bibliografía:

  • Bain, K (2007): “Definir a los mejores” en Lo que hacen los mejores profesores de universidad. Trad. Oscar Barbera, Universidad de Valencia
  • Camilloni, A. : “La enseñanza” en El saber didáctico. Buenos Aires. Paidos
  • Davini, M.C. (2008): “La enseñanza” en Métodos de enseñanza. Didáctica general para maestros y profesores. Buenos Aires. Santillana
  • Litwin, E. (2008) “La investigación en torno a las prácticas de enseñanza” en El oficio de enseñar. Condiciones y contextos. Buenos Aires. Paidós
  • Steiman, J. (2004) “La narrativa en la enseñanza” en Qué debatimos hoy en didáctica? Las practicas de enseñanza en educación superior. Buenos Aires. Jorge Baudino Ediciones.
  • Steiman, J. (2011) Qué puede aportar hoy la Didáctica? En Revista Novedades Educativas. Año 23, Nro 249, Septiembre 2011. Buenos Aires, Argentina. ISSN 0328-3534

10 comentarios en “Las buenas prácticas de enseñanza en la educación artística superior

  1. Hola , me da gusto que alguien hable sobre la gran OFELIA, pués hace unos …casi 10 años fue mi maestra, en UNA. Antes de irme de la Argentina,hablé con ella,vos crees que hay forma de escribirle??? por algún medio?? gracias y bueno sigo leyendo,felicidades

  2. Hola, yo también la tuve de profe. Y justo llego a tu página porque estoy buscando un apunte muy bueno que nos había dado. Sobre los adornos en la armonía.
    ¿Lo tendrás de casualidad, para enviármelo?
    Saludos y felicitaciones por tu escrito
    Juan Alarcón

    • Hola, Juan, muchas gracias por tus comentarios!
      Te cuento que sigo teniendo la carpeta, pero son muchisimas hojas… dos años enteros de apuntes!
      No sé especificamente que tema necesitas, pero si son los adornos tipo “nota de paso, bordadura, apoyatura, retardo y escapatoria” seguramente ya debe haber textos mas actualizados en la web.
      De todos modos, si lo necesitas, coordinamos para encontrarnos en la UNA y te puedo prestar la carpeta completa.

  3. Hola. También tuve la fortuna de haber tenido a Ofelia de profesora de Armonía 1 y 2 en el año 2002. Fue para mí -sin duda- la mejor profesora en toda la carrera, y lamento haber vivido el corte generacional por su brusco contraste.
    En 2003 tuve a la profesora Espora en Armonía 3 y 4.
    Me alegró mucho leer tu post.
    Felicitaciones.

  4. Yo la tuve 4 años en el Beethoven. Me formó en todo: piano y audio. Excelente trato y muuuuuy graciosa!!! Incluso para con ella misma ( su atuendo y sus anteojos) En los veranos íbamos a su casa en la localidad de San Martin y los solfeos los cantábamos con su hermana Norma. Excelente cantante y docente…

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